sólo sé que no sé nada

siempre me asombró qué poco entendemos la amplísima mayoría de las cosas que usamos. en los comienzos, digamos, el hombre usaba un palo, o el fuego, o un refugio, o unas hojas, o una rueda, o lo que fuere, y en general sabía no sólo para qué servía, sino cómo funcionaba, y en general, cómo construirlo o conseguirlo. pasó el tiempo y seguramente, de a poco, el asunto fue cambiando. pero todavía muchos sabía mucho sobre muchas de las cosas que usaban, construían o conseguían. el gran salto habrá sido, yo pienso, las cuestiones más abstractas, las matemáticas, la astronomía, etc, cuestiones sobre las que cada vez menos gente sabía. pero en todo caso, eso no eran cosas que uno usara o construyera, eran conocimiento. hoy en día, en cambio, nos ponemos ropas que no sabríamos confeccionar, utilizamos miles de aparatos tecnológicos —desde la computadora o el celular hasta el portero eléctrico o la tarjeta sube— que no tenemos ni la más mínima idea no ya sólo de cómo construir o confeccionar, sino que ni siquiera sabemos cómo funcionan (en algunos casos puede que —puede que— sepamos el principio que los hace funcionar, como quien sabe que, finalmente, un avión funciona con motores, y la forma de las alas generan sustentación), pero en muchísimos otros casos, no sabemos ni cómo ni por qué funcionan. sabemos sólo qué usar, y cómo usarlo, para conseguir qué. y en muchos casos, ni siquiera sabemos qué más puede el coso ese hacer. y sobre estos productos se basa toda nuestra vida. y si nos dejaran solos y abandonados, pasaríamos de este nivel 1000 al nivel 0 en un segundo. la mayoría de nosotros tardaría un buen rato en lograr hacer fuego nada más, si no tuviera un encendedor o fósforo. y eso es sólo el comienzo. y nunca deja de llamarme la atención porque demuestra qué bien se puede vivir en la ignorancia, mientras haya otro que nos provea lo que necesitamos; y qué infinitamente difícil puede ser todo cuando nos enfrentamos a nuestra propia —e infinita— ignorancia. 


en esta misma línea de pensamiento, o en un cercana, me llamó siempre la atención qué frágil que es la vida moderna. una trama enorme, complejísima, se monta sobre unos principios de lo más básicos, y que, de paso, son bastante pocos. la electricidad, por ejemplo.
supongamos que, por el motivo que fuere, nos quedáramos sin electricidad. todos vimos ese infierno cernirse sobre nuestras cabezas si nos quedamos sin luz en casa: no anda la heladera, no podemos usar la computadora, o el celular, con todo lo que eso implica (o debemos cuidar mucho la batería), no podemos ver, no podemos enfriarnos o calentarnos (las estufas a gas son todavía una opción, pero cada vez más casas no tienen siquiera instalación de gas y son completamente eléctricas), no anda el ascensor y tenemos que subir y bajar mil pisos por escalera, etc. es un caos. pero ahora imaginemos que ese fino cordel que sostiene todo, que es la electricidad, y por el motivo que fuere, desapareciera, sino para siempre, por uno o dos días. pero en una ciudad entera, o un país, o todo el mundo. pero no exageremos, pensemos en una ciudad. todos incomunicados, las calles tierra de nadie, aburrimiento colectivo; pero más importante, los aviones que están en el aire no podrían aterrizar, las personas que están a punto de ser operadas no podrían hacerlo (y las que estuvieran siendo operadas, buena suerte!), las personas conectadas a máquinas para vivir morirían, toneladas de comida irían a la basura, miles de personas no podrían llegar a sus trabajos (ni tendría sentido hacerlo, porque no podrían trabajar), la gente no podría acceder a su dinero si no posee efectivo, porque no andarían los cajeros, ni los sistemas bancarios (de modo que ni siquiera transacciones en persona podrían hacerse), sería casi imposible recolectar la basura, la gente no podría llegar o salir de sus casas, sobre todo si fueran pisos altos y personas mayores, miles de medicamentos deberían ir a la basura, los accidentes viales se multiplicarían al no haber semáforos, pero no tendría sentido que las ambulancias fueran a ninguna emergencia, pues los hospitales a duras penas podrían atender... y es sólo una pequeña fracción del verdadero caos que nos envolvería. todo eso si nos falta la luz. algo que, después de todo, el hombre tardó miles de años en comprender y manejar...
(los más curiosos podrán investigar, a modo de dato de color, el apagón de 1965 en toda la costa este de usa)


cuando la vida moderna, que se basa en la tecnología, se encuentra sin la tecnología, sobreviene el caos. supongamos esta situación prolongada, no mucho, en el tiempo. las ciudades, que están basadas en la electricidad, no pueden existir, vivir como tales. la gente se pone nerviosa, y como si fuera un gran saqueo general, es un todos contra todos. ¿qué hacés? ¿luchás? ¿te vas? rápidamente se multiplican los delitos, y se consumen los recursos y las provisiones. a la larga, el desastre en claro, hay que irse, alejarse del peligro. pero en cuanto decidas irte, quedás a la buena de dios, estás tan desamparado como no lo estuviste nunca en la ciudad, como nadie te enseñó a estar. y entonces empezás a caer en la cuenta de la gravedad del asunto. ¿sabés a dónde ir? ¿tenés un mapa, conocés el camino? ¿y cómo salís, cómo llegás? ¿sos el único que va para ese lado? ¿cómo viajás? ¿tenés auto? ¿y cuánta nafta tiene? ¿vas sólo o con tu familia? ¿y si te quedás sin nafta antes de llegar? ¿caminan? ¿tenés algo de valor que los demás puedan querer? ¿podés protegerlo? ¿tenés comida y bebida para el viaje? ¿hasta dónde te parece que tendrás que ir para sentirte seguro? e incluso, si todo esto saliera bien, y llegaras a un lugar, ¿sabrías vivir sin las comodidades que conocés? supongamos que todo sale bien, y te vas, y llegás bien, y encontrás una granja, y la granja no sólo está deshabitada, sino que además tiene animales y plantaciones, todo excelentemente servido para vos, ¿podés defenderte de los animales salvajes, si los hubiera? ¿sabés cultivar, plantar, o cosechar? ¿y matar y faenar animales? ¿sabés hacer fuego? y si era una granja moderna, y tenía máquinas, ¿sabés usarlas? ¿y podés conseguir la electricidad o el combustible para hacerlas funcionar? y si no, pero conseguís, con mucha suerte, herramientas primitivas, ¿sabés usarlas? si encontrás un arado, ¿sabés usarlo?
en una semana, o dos, cientos de años de involución.


(el primer episodio de connections, y un cuento de jack london del cual no recuerdo el nombre tratan estos temas, en cierto modo, y han sido inspiración para este derrotero)