hace un tiempo, sean meses, años, momentos, fuimos como dos planetas que, quién sabe cómo, orbitaron muy cerca. casi chocaron, pero no. todo quedó en lo platónico. ella tenía su pareja, y estaba considerando una propuesta de casamiento. pero en lo corto y lo platónico, vivió lo intenso también, y entonces, hablamos mucho, de muchas cosas, filosofamos. él le había propuesto, informalmente, casamiento. ella, moderna, filosofante, había dudado de la utilidad, necesidad, conveniencia, y mil cosas más. había dudado, sobre todo, porque no se sentía a gusto con la relación. él la celaba, no la dejaba ser o hacer, se abocaba mucho a su trabajo, a jugar a la pelota con los chicos los jueves, esas cosas. ese era el viento que había arrojado su órbita cerca de la mía, lo entendí en seguida. pero era mucho tiempo, eran muchos años, me había dicho, y yo había pensado, sin decirlo, que cinco (¿o seis..?) años no eran tantos. mucho menos si se está a disgusto estar a disgusto. menos aún si piensa uno en casarse. no son tantos, es un soplo, apenas, se gira unos grados y antes de que pueda uno darse cuenta, ya todo ha pasado. pero no dije nada. como la noche al día, cada uno siguió por su camino, y casi sin quererlo, sin intención, dejamos de todo.
por casualidad, por capricho de la tecnología, o una brisa astral, quién sabe, me toco ver unas fotos el otro día. vive afuera (a él le ofrecieron un trabajo muy bueno e interesante), está casada, y fue mamá. en las fotos se la veía muy contenta.